Escenarios y modalidades de participación de la sociedad civil
Involucrarse en los asuntos públicos que conciernen a la ciudadanía implica la necesidad de conocer los escenarios y mecanismos de participación de la sociedad civil.
Como ciudadanos y miembros de la sociedad civil, muchas veces sentimos la imperiosa necesidad de involucrarnos en la vida pública para lograr cambios positivos en las políticas implementadas por los gobiernos que, en definitiva, repercuten en la calidad de vida democrática del conjunto social. Muchas veces escuchamos que la sociedad civil se pronuncia ante tal o cual evento que lesiona o puede afectar los derechos de la ciudadanía y nos peguntamos ¿qué es (o ¿quién es?) la sociedad civil? No es tarea sencilla definirla porque existen muchas corrientes y autores que la analizan desde diversos puntos de vista. Baste a los fines de este artículo la descripción de la OEA: “la Sociedad Civil está constituida por diversos componentes, tales como instituciones cívicas y sociales, y organizaciones que dan forma a la fundación de una sociedad funcional”.
Para cumplir con sus objetivos, las organizaciones de sociedad civil (OSC) necesitan de un ambiente o entorno habilitante, que son las condiciones en las que funcionan y se desenvuelven. Es (o debe ser) un entorno libre de presiones que permitan su desarrollo. Dentro del ambiente habilitante están abarcadas una serie de prácticas y marcos normativos que deben ser promovidos y protegidos por los Estados. Sin embargo, se observan entornos adversos que se caracterizan por restricciones y acciones judiciales y extrajudiciales. Ante este escenario, las OSC están repensando estratégicamente su forma de trabajar, mientras avanzan en la construcción de redes y plataformas que trascienden el ámbito nacional. Por eso es importante conocer la inserción de las OSC en el universo de organizaciones internacionales, al menos en el continente americano.
Centrémonos en la OEA, que considera que la participación de la Sociedad Civil es esencial y necesaria para alcanzar los objetivos que los Estados Miembros se plantearon al crearla. Esta participación se ve reflejada en las resoluciones: CP/RES.759 (1217/99), “Directrices para la Participación de las Organizaciones de la Sociedad Civil en las Actividades de la OEA”; CP/RES. 840 (1361/03), “Estrategias para incrementar y fortalecer la participación de las organizaciones de la sociedad civil en las actividades de la OEA; y CP/RES. 864 (1413/04), “Fondo Específico para Financiar la Participación de las Organizaciones de la Sociedad Civil en las Actividades de la OEA y en el Proceso de Cumbres de las Américas”.
Por otra parte, el Proceso de Cumbres de las Américas determina que la participación de las OSC es un elemento de inclusión de los distintos actores sociales para alcanzar el desarrollo y el buen ejercicio de la gobernabilidad mediante la interacción de la sociedad civil y los Estados Miembros. OEA apoya la realización de foros que formulen recomendaciones con relación a la agenda interamericana, organiza reuniones especiales con el GRIC (Grupo de Revisión de la Implementación de Cumbres) y procura el intercambio entre las OSC, los gobiernos y las organizaciones del Sistema Interamericano e Internacional sobre la implementación de los mandatos emanados de las Cumbres. A este respecto, la Secretaría de Cumbres de las Américas, en cooperación con otras áreas de la OEA e instituciones del Grupo de Trabajo Conjunto de Cumbres (GTCC), creó espacios de participación como diálogos regionales; diálogos entre los actores sociales y funcionarios gubernamentales de alto nivel; foros virtuales y grupos de debate en la Comunidad Virtual de Cumbres. También en el marco de la OEA se desarrolla el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, cuya función principal es velar por el respeto, protección y realización de los derechos humanos en el continente americano. Dispone de dos: a) La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y b) La Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), que son instancias independientes y, a su vez, complementarias.
Ahora bien: los ciudadanos podemos participar de manera individual y a través de OSC (utilizo este término y no ONG, porque el primero es más abarcativo de distintas instancias organizacionales). Me refiero a la participación ciudadana y no a la participación política partidaria, que reviste otras características. Cuando hablo de participación ciudadana, a los efectos metodológicos, denomino su forma de actuar como activismo; en el caso de la política, utilizo el término militancia. Pero, por supuesto, son convenciones académicas a los efectos de dejar claros los conceptos que empleo. El activismo puede revestir diversas formas: pueden ser acciones de calle; intervenciones territoriales y del espacio público; actividades de reflexión, análisis y producción académica; incursiones en el mundo digital a través de las herramientas del ciberactivismo; utilización de noticias e información, adoptando la modalidad de infoactivismo; aplicación de manifestaciones artísticas a través del artivismo…
Y estas acciones, toda vez que son producto de seres humanos, pueden ser pacíficas o adquirir características violentas. Deseo hacer hincapié en las acciones pacíficas: el estudio de Erica Chenoweth y Maria J. Stephan “Why Civil Resistance Works: The Strategic Logic of Nonviolent Conflict” ha demostrado que las acciones pacíficas son más exitosas que las acciones violentas en cuanto a resultados obtenidos. Las acciones pacíficas pueden ser acciones de resistencia civil: cuando las personas optan por la resistencia civil, utilizan tácticas como huelgas, protestas masivas y otras acciones no violentas para retirar su cooperación a un sistema opresivo.
Lo que se persigue con la participación de la sociedad civil en cualquiera de sus manifestaciones es lograr incidencia sobre los asuntos públicos. Y para que la incidencia sea efectiva es necesario contar con una estrategia. Cabe distinguir entre incidencia política (desde las OSC para influir en la formulación e implementación de las políticas y programas públicos) e incidencia pública (desde la ciudadanía, buscando influir en la agenda y opinión públicas).
En definitiva, una democracia vigorosa necesita de ciudadanos y OSC que se involucren y conozcan los mecanismos de participación en los distintos escenarios en aras de incidir para lograr cambios positivos. –
Marta Gaba
@martagaba y @GabaConsultora
Consultora en activimo y miembro de la Comisión Directiva de Cultura Democrática